Soy diseñador y no pongo las cosas bonitas.

Todas las profesiones y oficios tienen el derecho y el gran poder de llegar y ocupar una posición estratégica en una organización.

Esta semana me he encontrado con opiniones respecto a que como diseñador gráfico debería limitarme a desarrollar piezas, no a redactar textos, ni a generar ideas, y mucho menos a construir estrategias gráficas y de comunicación, como si mi profesión fuera algo meramente decorativo y debe limitarse a crear “piezas bonitas”, a mantenerse al margen de la ideación, creación y estructuración de estrategias. Pero yo rechazo esta visión limitada de nuestra profesión. Yo aspiro a más que eso.

Como diseñador gráfico, considero que nuestra labor va más allá de simplemente producir estéticamente agradables elementos visuales. Tenemos la capacidad y la responsabilidad de generar ideas innovadoras, de construir campañas impactantes, y de participar activamente en procesos críticos dentro de las organizaciones. Hoy en día, en mi rol profesional, no solo desarrolló piezas gráficas, sino que también participó en la conceptualización y ejecución de estrategias de comunicación de alto nivel.

Es importante comprender que la capacidad de un diseñador gráfico para ocupar roles de liderazgo o para influir en decisiones estratégicas no está determinada por la profesión en sí misma, sino por las competencias y habilidades que cada individuo desarrolla para ser parte esencial de estos procesos. Pero de lo que estoy seguro, es que no me limito a desarrollar “piezas bonitas”, “poner cosas bonitas” o “tomar fotos lindas”.

La idea de que un diseñador gráfico solo puede crear «cosas bonitas» es obsoleta y limitante.

El diseñador gráfico es un comunicador visual que todos los días puede generar nuevas ideas, liderar y ejecutar proyectos. La perspectiva que hoy se tiene del diseñador como un profesional operador es realmente destructiva, y no solo para el diseñador, sino también limita el potencial creativo y estratégico que podemos aportar a las organizaciones.


Hablando con una amiga que es comunicadora, ella me decía que alguno de sus amigos quería ser diseñador gráfico, pero se inclinó a estudiar comunicación social porque “No quería que un comunicador fuera su jefe”, como si el diseñador gráfico estuviese condenado a ser para siempre un subordinado.


Esta es solo mi perspectiva sobre la profesión, existen diseñadores que consideran que su trabajo es más efectivo y eficiente haciéndose a un lado de la estrategia y haciéndose cargo de la ejecución.


Yo, por otra parte me comprometo todos los días a seguir desarrollando tanto mis habilidades técnicas como mis habilidades humanas. Reconozco la importancia de ser un líder y un colaborador efectivo, capaz de trascender las expectativas convencionales y de demostrar el verdadero valor del diseñador gráfico en el panorama profesional actual.


Además de desafiar las percepciones limitadas sobre nuestra profesión, es crucial que los diseñadores gráficos actuales tengan presentes estos aspectos: Reconozcamos la importancia de cultivar un conjunto diverso de habilidades. No solo debemos dominar las herramientas técnicas y creativas de nuestro oficio, sino que también debemos ser competentes en áreas como gestión de proyectos, comunicación efectiva y la resolución de problemas.


Debemos ser unos pensadores estratégicos y solucionadores de problemas multidisciplinarios. Debemos comprender los objetivos comerciales y de comunicación de los clientes, y ser capaces de traducir esos objetivos en soluciones gráficas que sean de alto impacto. Esto implica no solo la capacidad de diseñar piezas atractivas, sino también de comprender el contexto más amplio en el que operan nuestras creaciones.


En un mundo cada vez más interconectado, los diseñadores gráficos debemos estar al tanto de las últimas tendencias en tecnología y medios de comunicación. Esto nos permite adaptarnos rápidamente a los cambios en el panorama digital y aprovechar las nuevas herramientas y plataformas para alcanzar nuestros objetivos de manera más efectiva.


Debemos reconocer la responsabilidad ética que tenemos como diseñadores gráficos. Nuestro trabajo tiene un impacto en la sociedad y en la cultura, y debemos asegurarnos de que este impacto sea positivo y significativo. Esto implica ser conscientes de cuestiones como la diversidad, la inclusión, la sostenibilidad y la accesibilidad en nuestro trabajo.


En resumen, el diseñador gráfico del siglo XXI es mucho más que un simple creador de «piezas bonitas». Somos estrategas visuales, comunicadores efectivos y agentes de cambio.


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